Hablemos sobre el bloqueo

Érase una vez una chica que conoce a un chico en el corazón de Ámsterdam durante una noche de tormenta. A ella le gusta la fotografía atmosférica. Él regenta una taberna de música jazz. Se enamoran, pero con el paso de los años llega la rutina y sufren una crisis de pareja. Hasta que una mañana ella despierta y descubre que ha retrocedido diez años atrás en el tiempo: está viviendo una vida alternativa en la que sus caminos nunca se han cruzado. Para él es una desconocida porque su historia jamás existió, aunque ella lo recuerda todo. Pero ¿la ausencia de su marido será la clave de la felicidad o empezará a echarlo de menos?

 Hace unos años me embarqué en este proyecto porque llevaba mucho tiempo deseando escribir una historia con un pequeño toque de realismo mágico. No penséis que la dejé en el cajón tras el primer tropiezo, no. Lo intenté en tres ocasiones, durante dos años. La reescribí varias veces, eliminé un tercio de lo que llevaba escrito, cambié de tercera persona a primera y se la pasé a una compañera para que me dijese si valía la pena seguir intentándolo.

Me gustaba mucho la idea porque daba pie a reflexiones sobre la vida en pareja y las dificultades que en ocasiones todos atravesamos. La protagonista, además, estaba un poco perdida y su situación me ofrecía mucho juego a la hora de plantear alternativas, porque, ¿quién no se ha preguntado alguna vez cómo hubiese sido su vida de haber tomado otras elecciones? Quería ahondar en esos conflictos, tenía claro incluso el título: «Hasta que nos volvamos a ver» y me encantaba la estructura, que era un poco como un puzle.

 Pero no pudo ser. No fluía. No había manera.

 Estaba bloqueada.

 Quería empezar así esta entrada porque en las redes sociales solo se ve siempre la parte buena: el magnífico momento en el que trazas la palabra «fin», la emoción cuando una historia te atrapa o la ilusión el día que finalmente se publica. No pretendo desmerecer esos instantes, pero la realidad es que detrás de cada novela a veces también se esconden pequeños fracasos, abandonos, días en blanco delante de la pantalla del ordenador, muchas horas robadas, decisiones difíciles y frustraciones que no van a ninguna parte.

 No es la única historia que me he visto obligada a dejar en el cajón cuando llevaba un buen trecho escrito. Pero una cosa he tenido siempre clara: me niego a escribir algo sin disfrutarlo. Partiendo de esa base, hoy me apetecía hablar sobre el bloqueo porque es un tema sobre el que me preguntáis a menudo. Quiero aclarar que no soy ninguna experta y precisamente por eso me da apuro a veces contar cosas sobre «el proceso creativo», así que lo haré desde mi experiencia, pero os aconsejo que busquéis a expertos que puedan ayudaros.

 El bloqueo. El temido bloqueo del escritor. Una de las primeras cosas que pienso siempre es que se analiza de forma errónea. Es decir, el bloqueo es un síntoma y no el problema en sí mismo. Es como la fiebre: indica que algo no va bien y que debemos defendernos. El bloqueo te está diciendo algo, eso creo que es evidente. No significa que te hayas quedado sin inspiración, créeme, el dicho «que las musas te pillen trabajando» no podría ser más cierto; hay días mejores y otros peores, pero la constancia es la mejor compañera que encontrarás. Si a pesar de dedicarle tiempo a lo que tienes entre manos sigue sin fluir, ha llegado el momento de hacerse preguntas: ¿tienes claro lo que quieres contar?, ¿en tu historia hay un inicio, un nudo y un desenlace?, ¿el conflicto tiene fuerza?, ¿estás satisfecha con los personajes?, ¿el narrador es el apropiado?, ¿tú te encuentras en el momento adecuado para escribirla?, ¿has intentado hacer una escaleta para verlo todo más claro…?

 Muchas veces el bloqueo surge cuando una pieza (o muchas) de la historia falla y lo complicado, claro está, es averiguar de qué se trata. Intenta ser objetiva. La autocrítica es tu gran aliado para mejorar. Si eres consciente de tus fallos habituales y de tus virtudes, jugarás con ventaja. La mejor manera de conocerte es echarles un vistazo a tus anteriores proyectos y analizar de forma sincera sus errores y aciertos. Hacer esto mismo con la historia que tenemos entre manos no es tan sencillo porque no podemos visualizarla desde una perspectiva tan amplia ni con la experiencia que da el paso del tiempo, así que quizá sea el momento de recurrir a un lector cero para que te tienda una mano. Es importante que se trate de alguien de confianza, que sea sincero y crítico. De nada sirve tener lectores que solo te halagan. No se trata de que te animen, sino de que te ofrezcan una visión distinta.

 A veces, la culpa no es de la historia y sencillamente la vida te está pidiendo que te tomes un respiro. Escribir no es como estar delante de una cadena de montaje ensamblando piezas y, aunque personalmente creo poco en la inspiración y sí mucho en el trabajo y la constancia, debemos ser flexibles con nosotros mismos. La presión solo puede empeorar el bloqueo. Yo estuve un año sin escribir, desde que terminé «Nosotros en la luna» hasta que empecé la siguiente novela. Para mí fue angustioso ese vacío, pero, sobre todo, el miedo a no volver a sentir esa emoción especial frente al teclado. Ahora, cuando echo la vista atrás, comprendo que fue una pausa necesaria y que no solo me marcó personalmente, sino que también influyó de manera positiva en el rumbo que decidí tomar entonces (creo que algo se intuye con la última novela que he publicado, pero lo entenderéis mejor con las que llegarán).

Como dice Leonard Cohen «En cada cosa hay una grieta, así es como la luz se cuela». Nadie quiere sufrir un bloqueo y no existe una fórmula mágica para evitarlo, pero en ocasiones uno sale fortalecido de ello. Hace poco un locutor de radio me hizo una entrevista muy interesante y al final me comentó: «es evidente que las personas solemos aprender más de las malas experiencias, del dolor y los tropiezos». Y es cierto. Así que, si estás pasando una racha difícil relacionada con la escritura, ¿quién sabe?, quizá necesites tiempo o sea el momento de replantearte tu camino literario y darle un nuevo enfoque.

 O puede que lo que ocurra sea que más a menudo de lo debido escuches esa vocecita irritante que te susurra que no vales para esto, que si has conseguido algo hasta ahora ha sido solo cuestión de suerte, que a nadie puede interesarle lo que estás escribiendo. Es bastante normal sentirse así de vez en cuando durante el proceso de escritura, pero cuando se convierte en algo constante quizá estés sufriendo el síndrome del impostor. Rocío Carmona escribió una entrada muy interesante sobre esto y os la dejo aquí por si queréis echarle un vistazo.

 En otras ocasiones, una idea es perfecta en tu cabeza, pero, después, cuando intentas plasmarla sobre el papel, no funciona. Esto ocurre. Me pasa a menudo estar viendo una película y analizar cómo serían las escenas si formasen parte de un libro: no todas funcionarían. Por poner un ejemplo sencillo, el recurso del paso del tiempo con música de fondo y varias escenas en las que vas viendo la vida cotidiana de una pareja es maravilloso en el cine (y en nuestra imaginación) pero en el papel nunca tendrá el mismo efecto.

 También he tropezado a veces porque tenía una idea genial, estupendísima, de lo más ingeniosa, pero… no sabía contarla. Dicho de otra manera: a todo el mundo se le pueden ocurrir novelas, lo que no significa que sepa convertirlas en algo real. A veces aún no tenemos las herramientas necesarias o la experiencia para conseguir el resultado que estamos buscando. He tardado tiempo en darme cuenta de esto y en atreverme a ser sincera conmigo misma: en estos momentos soy capaz de tener una idea, darle vueltas y decidir si estoy preparada o no para escribirla. Si ese es el caso, no pasa nada por dejarla reposando en el cajón, no se irá a ninguna parte. Cuando llegue el momento, lo sabrás.

 El bloqueo no es el enemigo.

El bloqueo te pide que lo escuches. Que te escuches.

Y sé que es difícil cuando llevas tiempo sin conseguir escribir o al pensar en todas esas horas, semanas o meses que se van al garete el día que decides meter una novela en el cajón, pero no es tiempo perdido, de verdad que no.

Es tiempo aprendido.

6 comentarios

  1. A veces me siento así cuando escribo y pienso que a nadie le gustará lo que hago pero esos momentos son imprescindibles para nosotros y lo importante es aprender de ellos. Alice eres inspiración para mi

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  2. Gracias por compartir tu experiencia con todos nosotros. Muchas veces me siento así, que no puedo seguir una historia y no reflexiono mucho qué es lo que puede estar pasándome. Me enfoco en tratar de terminarla y no pensar mucho. Pero luego me enfrento con el problema que es que no puedo continuar con la historia, no sé qué escribir para que siga fluyendo. Creo que, al leer lo que publicaste, voy a evaluar la posibilidad de guardar esta historia y dejarla un tiempo. Al fin y al cabo, no se irá a ningún lado y, tal vez, en unos años, vuelva esa idea a mí. La trama de la historia es buena, tiene potencial, a mí parecer, pero no logro exprimir todo lo que tiene para dar.
    En fin, gracias por hablar de esto, porque hay veces que creo que soy yo el problema, y no quiero dejar de escribirla, porque siento que la dejaré y nunca la volveré a retomar. Ahora sé que son cosas que suelen pasarle a los lectores.
    Me inspiras cada día, Alice.

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  3. Eres mi inspiración, Alice. Y no sabía que necesitaba leer esas palabras hasta que lo hice. A veces nuestras historias necesitan más que inmensas ganas de ser creadas, también necesitan paciencia y esfuerzo. Y también cuando algo falla dentro de nosotros, esto se ve reflejado en lo que escribimos. Sin embargo, es bueno darse un tiempo y fluir. Gracias por tus consejos, eres la mejor.

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  4. Hola Alice, no soy escritora pero entiendo esa parte del bloqueo porque en el trabajo me sucede, tengo la idea de lo que quiero decir pero al momento de plantearlo no es lo mismo. Esta excelente este texto y te lo agradezco me ha gustado mucho. Te felicito y te instó siempre a que sigas adelante, eres una persona que nos permite soñar y vivir las historias a través de las letras. La trama de la entrada al artículo de bloqueo me encanto porque todo lo relacionado al viaje en el tiempo me fascina, quizás un día vea la luz y podamos disfrutar de ella. Un abrazo desde Guatemala

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  5. Hola Alice!!

    Me encanta este post sobre el bloqueo,justamente porque desde el confinamiento he empezado a escribir una historia,parte real y a la vez idealizada. Me identifico un poco en partes que dices,a veces me pasa que la inspiracion no me llega y no me sale,y ando escribiendo y borrando,y viceversa. Dejar no lo quiero dejar porque a veces es mi modo de desconexion,de escribir lo que no puedo decir con palabras,no se si me entiendes. A veces no me sale como continuar la historia,pero otros dias me llega la inspiracion,no puedo despegarme del teclado ni del ordenador,porque tengo la ide a tope. Entonces no es tan malo,dejarla aparcada un tiempo.

    Gracias por estos pequeños textos!!!
    Un besooo

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