Septiembre, el mes de los buenos propósitos

Creo que es el exceso de información que hay en las redes sociales lo que provoca que cada vez me saturen más y, en cambio, prefiera leer con calma las newsletters que sigo o los blogs que me interesan. Es menos efímero, más selectivo y, en cierto modo, también íntimo. Quizá por eso este lugar se ha convertido en un refugio a lo largo del año y he publicado más que nunca, así que, pensando en ello, el otro día me dije que podría hacer una especie de «cajón desastre mensual» un poco caótico, como ese espacio que todos tenemos en casa. No sé si lo cumpliré y seré constante, pero septiembre es el mes de los buenos propósitos, así que no se me ocurre un momento mejor para intentarlo.

También es durante este mes cuando más disfruto de la playa. Hay menos gente, el sol no es abrasador y se respira cierta melancolía porque el frío está a la vuelta de la esquina. Y, además, el mar es sanador. Siempre lo he pensado. Fue durante una de esas tardes cuando, mientras ellos jugaban en la orilla, me dije que tenía que cambiar ciertos hábitos de mi vida. En resumen: encontrar más tiempo para mí. Parece fácil, pero ha sido todo un reto. La culpa es mía, quiero aclarar, que soy de las que antes de pedir ayuda o decir «no llego» se quedaría noches en vela abrazada a la máquina de café para intentar ganarle la batalla al reloj.

Pero, como decía, septiembre me resulta inspirador.

Así que puse el cronómetro a cero. Bueno, ¿qué narices? Decidí guardarlo en un cajón, bien al fondo. Y ha sido reparador, sobre todo teniendo en cuenta que el enano ha empezado a ir por primera vez a la guardería unas horitas y yo he estado inmersa en la promoción de «Las alas de Sophie», algo que sin duda es lo que más duro me resulta de todo lo que implica escribir. Una persona sabia me dijo: «no busques excusas en el exterior, primero mírate hacia dentro». Y no negaré que ha habido momentos en los que mi lema del mes era algo así: «no importa cómo, lo importante es sobrevivir», pero, mira, estamos a punto de darle la bienvenida a octubre y he sacado ratitos de tiempo libre, ¿qué decía sobre caos y demás?

He empezado a meditar diez minutos por las mañanas; no todas, pero menos es nada. He vuelto a salir a correr; pensaba que me moría, pero eso es lo de menos. He estado días sin encender el portátil; quizá parezca poco relevante, pero en mí es un milagro. He escuchado algún podcast de «Entiende tu mente»; son básicos pero perfectos para iniciar el día con buen pie. Y me he apuntado a un curso interesantísimo sobre nutrición y mindful eating; un pequeño capricho, pero llevaba tiempo deseando hacerlo.

Y he leído, claro. Menos que otros meses, pero suficiente.

Hace varios años mi chico se leyó La mujer del viajero en el tiempo y es esa novela que siempre me recomendaba y que no me animaba nunca a empezar. El otro día, sin pensar, ignoré mi larga pila de pendientes y lo cogí de la estantería. No es perfecta, ¿qué novela lo es?, quizá le sobren algunas páginas, pero ha sido una historia de amor reconfortante, original y con un final lleno de ternura que me hizo oscilar entre llorar o sonreír. Me decanté por lo segundo.

Tomates verdes fritos ha sido mi gran lectura del mes. Una novela que tiene cuarenta años y que perfectamente podría haber sido escrita ayer. No solo resiste el paso del tiempo de una forma admirable, sino que además se trata de una historia maravillosa que se entreteje a fuego lento y nos presenta las vidas de varias mujeres muy diferentes. Nunca desvelo demasiado cuando un libro me ha encantado porque siempre tengo la sensación de que puedo estropear la experiencia, así que, sencillamente, os lo recomiendo con los ojos cerrados.

¿Una serie? Succession es fantástica y tiene un guion para enmarcar. Sin embargo, creo que son las luces y sombras de esta peculiar familia lo que la hace tan adictiva. A mí me fastidia mucho la tendencia a alargar tramas, pero en este caso solo puedo decir: quiero más.

También he visto Por qué matan las mujeres. Si os gusta Marc Cherry, el creador de Mujeres desesperadas, os encantará. Podría reconocer una serie suya aunque no apareciese en los créditos: quizá por el colorido del vestuario, los diálogos mordaces, la musiquita de fondo que sigue el taconeo de las protagonistas o su ingeniosa capacidad para mezclar el drama con la comedia. En este caso, narra las historias de tres mujeres que en diferentes momentos (los sesenta, los noventa y la actualidad), han vivido en una misma casa y se enfrentan a la infidelidad de sus maridos desde distintas perspectivas. Es fascinante lo bien que todas las tramas encajan como si fuese un puzle y sin confundir al espectador.

Mención aparte el premio que se llevó Billy Crudup por interpretar a Cory Ellison en The Morning Show. No solo por su impecable actuación, sino porque el personaje me parece increíble: no me recuerda a ningún otro, se aleja de los tópicos y es maravilloso.

El otro día, mientras regresaba en tren a casa, di por casualidad con una canción llamada Enero en la playa, un rastro de nostalgia que gana en soledad y a todo volumen (o quizá se deba a mi incapacidad de escuchar música sin maltratar a mis oídos). Todavía intento dejar atrás las melodías de los ochenta que me ha acompañado durante estos últimos meses, pero ya me voy reencontrando con Lord Huron, Sufjan Stevens o Vance Joy, algo que simboliza la semilla de una nueva historia que crece al ritmo de Fire and the Flood.

Aunque, en este caso, de «nueva» tiene poco. Decía el otro día que hay ideas que surgen como un chispazo y otras que maduran con el paso de los años; mi próximo proyecto lleva conmigo mucho tiempo, pero parece que por fin ha llegado su momento, así que ya estoy inmersa en la fase de documentación, organización y pasar a limpio las notas que he ido acumulando.

Y ahora una anécdota curiosa: tras recoger al peque de la guardería siempre damos los tres un paseo por el pueblo. Es muy pequeñito, no llega a los doscientos habitantes. Pues bien, el otro día nos encontramos el garaje de una casa abierto; dentro, todo estaba lleno de cuadros coloridos y un hombre mayor se movía de aquí para allá. Las obras me llamaron la atención y le pregunté si podía echarles un vistazo. «Claro, claro». Hacía tiempo que buscábamos algo llamativo que rompiese nuestra tendencia a los tonos neutros. Señalé uno y le pregunté el precio. «Nada, gratis». Lo miré: «¿bromea?» Y él suspiró con impaciencia, porque parecía una de esas personas que no tienen tiempo que perder dándole vueltas a lo mismo: «no, no, tengo una nave en Barcelona llena de cuadros, me dedico a esto, vengo aquí cuando quiero alejarme de la ciudad. Venga, ¿quieres este? Toma, llévatelo». Yo insistí: «Pero, oiga, por favor, dígame lo que vale, que creo que el trabajo se debe remunerar». No conseguí salirme con la mía y al final me dijo: «A la gente del pueblo no le cobro, me gusta poder hacerles un regalo. La cosa está muy mal en estos tiempos. Otro día te pasas, me dices qué quieres y yo te lo hago encantado». 

Vamos, que me marché con el cuadro. Me sentí entre violenta por no haber conseguido que entrase en razón y maravillada porque me pareció un gesto precioso y, desde luego, a eso sí se le puede llamar «por amor al arte». 

Voy a confesar que nos mudamos hace casi dos años y todavía tengo cajas sin abrir y varias láminas y cuadros sin colgar. En mi defensa, ha sido una época alocada de muchos cambios y demasiado trabajo. Pero, en este caso, al subir al coche nos miramos y nos dijimos: «lo colgamos en cuanto lleguemos, nada de dejarlo en un rincón hasta encontrarle su sitio». Y lo hicimos. Como podéis ver en la última fotografía que he colgado en Instagram, llenó el pasillo de color.

Para terminar con algo divertido: mientras veía la serie Por qué matan las mujeres me apunté una frase que me hizo sonreír (y más dentro del contexto):

—La Biblia nos dice que no tenemos que matar. Puede que Dios no lo entienda.

—Probablemente Dios no, pero seguro que su mujer sí.

7 comentarios

  1. Me encanta leer estos post, me relajan y siento que estoy leyendo una historia.
    Gracias por las recomendaciones sin duda les voy a hechar un ojo.
    Y sobre el nuevo libro, que ya estoy ansiosa, siento que este va a ser algo increíble y más personal por lo que mensionas. Lo espero con ansias.
    Saludos.

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  2. Comparto contigo la predilección por el blog, como tú dices, son más íntimos, por lo menos el mío es como si te invitara a mi cuarto jaja
    Un abrazo y me encantó el cuadro. Saludos 😊

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    1. Acabo de echarle un vistazo. Me encantan esos blogs tan personales ♥

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  3. Leerte acá es como hablar con una amiga. Saludos desde Argentina 🤍

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  4. No se si fueron los astros pero estuvimos vagando por lugares parecidos. Cada vez necesito desintoxicarme mas de las redes sociales y encontrar contenido que me llene, Entiende tu mente es mi podcast favorito y soy una estudiante avanzada de Licenciatura en Nutricion con los típicos miedos de qué voy a hacer con mi vida cuando la carrera termine y temor a conformarme con una vida mediocre porque la salida laboral tradicional de mi carrera no me gusta (quiero integrar meditacion y mindfulness en mis consultas porque considero que no nos nutrimos solo de lo que comemos) y es la primera vez que escucho el concepto de mindful eating asi que gracias por la busqueda que estoy a punto de empezar a hacer. Además estoy planteandome empezar a correr, y ya que estamos te cuento que algunos de mis sueños son tener un perro Siberiano y vivir en la montaña, asi que no estaría mal la idea de envejecer haciendo canicross una vez que me jubile de nutricionista! Jajajaja. Saludos desde Argentina!

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