Ya es primavera y empieza el buen tiempo y yo soy como ese oso que termina de hibernar y va animándose a volver a hacer vida normal, dejar de subsistir en modo cueva y esas cosas. La verdad es que no tengo ningún propósito claro al escribir esta entrada, más allá de que me encanta seguir teniendo un rinconcito para mí y que, además, hacía casi dos meses que no lo actualizaba y ya iba siendo hora.
Pero, haciendo referencia al título, sí, ahora mismo llevo como dos semanas flotando, sonriendo e invirtiendo cada rato libre que tengo al día en estar tirada en el sofá leyendo o viendo alguna de las mil quinientas series que tenía pendientes. Y todo porque hace nada por fin terminé de escribir la historia de Jason, lo que significa que la serie Volver a ti está cerrada (incluso a pesar de cierto secundario encantador, jum)
Estos tres libros han sido un camino muy bonito, con sus baches incluidos. Los mejores tramos, como siempre, son los lectores, el aprendizaje y la ilusión. Los peores, también los habituales; las expectativas o la sensación de irrealidad que a veces siento a mi alrededor y que sigo intentando entender. Pero, volviendo a lo positivo, han sido muchos años conviviendo con los mismos personajes, desde 2014 para ser exactos, y trazar la palabra fin fue una mezcla entre alegría y emoción y orgullo, seguida de un gran bajón y de pasar unos cuantos días aletargada, para después retomar el instante subidón (en serio, en serio, hay psicólogos que pagarían para poder verme en esos momentos). En este caso, han sido siete meses junto a Jason y Autumn, siete meses muy difíciles llenos de inseguridades y dudas hasta que decidí dejarme llevar y escribir lo que realmente me apetecía y quería plasmar. Lo que me lleva al siguiente punto del día…
¿Qué voy a hacer ahora? ¡No lo sé!
Y esa es la mejor parte, no saberlo.
Puede sonar poco maduro, pero me he dado cuenta de que no soy una escritora con mucha facilidad para comprometerse. Lo cierto es que en estos cuatro años desde que empecé la serie Volver a ti mi vida apenas ha cambiado nada, quizá porque soy muy de costumbres y de aferrarme a lo que me gusta; sigo viviendo en el mismo piso de alquiler, sigo rodeada de las mismas personas (más esas tres o cuatro que se han convertido en amigas gracias a este mundo de letras), sigo compartiendo sofá con dos gatos gordos y sigo disfrutando de hobbies parecidos. Pero, curiosamente, en esto de escribir cambio de opinión varias veces al día. En serio, es algo así: «Nunca volveré a escribir nada New Adult». «No, espera, en realidad lo que no haré de nuevo es una comedia romántica». «¿Y si probase algo paranormal o de fantasía? ¿Alguien quemaría el manuscrito antes de que fuese demasiado tarde para evitar la tragedia?». «Ah, ya lo tengo, tengo que escribir narrativa sentimental». «Aunque ideas para novelas románticas se me ocurren unas cuantas al mes». «Eh, o algo de intriga, ¿por qué no?».
Y esto es una especie de resumen de lo que viene a ser estar en el infierno. O vivir en mi cabeza, que es lo mismo.
Cuando se trata de escribir, necesito locura. Y dentro de mi locura, me entiendo bien. La locura supone que siempre he sido ese tipo de autora caótica que deja muchas novelas a medias o empieza unas ocho y se queda solo con una o tiene una idea y se lanza a escribirla a las tantas de la madrugada, pero nunca más vuelve a acordarse de ese documento que dejó perdido en alguna carpeta del ordenador. Quizá por eso, este año ha sido duro para mí. Duro porque me comprometí a escribir «Tal vez tú» y cerrar la historia de estas tres amigas. Y duro porque también me comprometí a escribir una serie y tenía que terminarla. No me malinterpretéis: he disfrutado mucho de ambas historias y justo con estas dos me siento muy contenta y satisfecha, pero eso no quita que necesite volver de nuevo al caos y a dejarme llevar y a escribir para mí misma sin pararme a pensar en qué lugar acabará esa historia, a qué genero pertenece o cuándo la finalizaré.
También sé que últimamente he estado menos activa en las redes sociales y me habéis preguntado mucho por ello. No es por ninguna razón concreta, sencillamente funciono un poco a épocas y un día me paré a pensar y me di cuenta de que, entre el trabajo, escribir, sociabilizar un poco y lo absorbentes que son las redes, apenas me quedaba tiempo para nada más. Me gusta leer y me gusta escribir, pero he entendido que eso no significa tener que dedicar todo mi tiempo a ello y que a veces necesito precisamente terminar la jornada, salir un poco del círculo y centrarme en otras muchas cosas que también me encantan y que estaba dejando de lado. Lo cierto es que las redes sociales son muy útiles a día de hoy, pero también creo que a veces nos engullen y es difícil poner límites y controlar el tiempo que le dedicamos; así que, en resumen, he decidido actualizarlas tan solo cuando me apetezca hacerlo e intentar disfrutar de ellas y no verlas como una obligación diaria. Como podéis deducir, estoy en modo zen liberador, uno de esos momentos de la vida en los que te apetece deshacerte un poco de esas responsabilidades que a veces se impone uno mismo, que es lo peor de todo. Y voy poco a poco, pero siento que cada vez las cosas están colocadas como necesito que lo estén (también siento que es probable que ahora mismo solo me entienda mi gato y alguien que se haya fumado algo, pero dejémoslo estar y no me lo tengáis en cuenta).
Ya os he dicho que esta entrada iba a tener poco sentido…
Y también añado que va a ser desordenada…, porque, volviendo a 13LQR, la verdad es que aún tengo un poco enredada la historia de Jason y Autumn en mi cabeza, como todo muy dentro, y he decidido guardarla en un cajón y no volver a leerla hasta este verano, cuando me distancie un poco de ella, pero sí os puedo adelantar que es mi preferida de la serie (aquí también sería justo aclarar que tengo comprobado que mis gustos no suelen coincidir con la mayoría), y también la que más me ha costado. Si de la primera parte me llevé conmigo a Rachel y de la segunda a Luke… de esta tercera creo que no podría decidir. Jason es el personaje masculino más diferente sobre el que he escrito hasta la fecha y sé que no todo el mundo lo entenderá, pero a mí me ganó capítulo a capítulo y creo que es el más intenso y complejo de los tres chicos. Y Autumn… cada vez que pienso en ella solo veo corazones flotando a mi alrededor. Ya sabéis que, para mí, esta serie siempre será un poco de ellas, de las chicas, y por eso creo que es justo regalarles los epílogos y cederles ese trocito de voz al final de cada historia.
Voy a dejarlo aquí, antes de que empiece a destriparos la trama desde la primera hasta la última palabra y me vaya corriendo a Pinterest para poner visible su tablero. Estos meses, mientras escribo cosas sin mucho orden ni concierto, tengo intención de actualizar más el blog y compartir algunas entradas que llevan tiempo cogiendo polvo, entre ellas las curiosidades de la serie Tú y de «23 Otoños antes de ti», que no me olvido de ellas. Ah, y si os apetece ver mis lecturas de cada mes, suelo compartirlas en Instagram. Y otra cosa más, ahora que me acuerdo, últimamente en redes he visto que muchos pensáis que en noviembre se publicará la historia de Jason, pero… no, en noviembre llegará «El día que dejó de nevar en Alaska», una novela totalmente independiente. La última parte de la serie saldrá a la venta a principios de 2018 :P
0 comentarios