La cosa va de segundas oportunidades. Me di cuenta de ello cuando hace unos meses el blog de La Narradora subió este post recomendando cinco libros que tratasen el tema y dos de ellos eran míos, «Sigue lloviendo» y «Otra vez tú». La gracia es que ahora repito con la novela que está al caer, «33 razones para volver a verte». Y me hizo preguntarme por qué es algo que me gusta tanto. Tengo una teoría. No es ya solo por la cuestión principal de lo que supone volver a encontrarte con ese alguien que tiempo atrás te hizo sentir tantas cosas y el esfuerzo de lidiar con los recuerdos y las emociones que siguen ahí, sino por la estructura.
La estructura.
Hagamos una pausa aquí para que os confiese que estoy muy obsesionada con la estructura de las novelas. De hecho, es uno de esos puntos en los que me fijo mucho cuando leo un libro porque, no sé, tiene un algo complejo que hace que me coma demasiado la cabeza. Sí, estoy hablando medio en chino, pero, a ver, entendedme: la estructura de la mayoría de las novelas románticas suele seguir un esquema muy fijo y resulta terriblemente difícil cambiarlo. Ese esquema lo conocemos casi todos los lectores y autores y viene a ser algo así: Chico conoce chica + tonteo, tira y afloja + enamoramiento + conflicto + resolución del conflicto + final feliz.
¿Me gusta esta estructura? Sí, mucho. Me encanta. De hecho, es la base de «Llévame a cualquier lugar», tal cual. Está claro que luego cada novela es un mundo y las historias terminan enamorando al lector por otros factores, como son los diálogos, personajes, el tema a tratar en la obra, el trasfondo, etcétera.


Es decir, cuando dos personas se distancian y se rompe esa unión, suele haber ocurrido algo en sus vidas que lo desencadene. Lo que significa que al dar comienzo nuestra historia (o poco después de hacerlo), ya aparece un conflicto, que sería ese hecho del pasado que les separó. Y a partir de aquí el eje de la historia suele centrarse en solucionarlo o aprender a dejarlo atrás, mientras los protagonistas vuelven a retomar esa amistad o relación que les unía (con todos los matices que implica narrar una historia en la que los personajes ya se conocen bastante bien; dista en cierta manera con la anterior fórmula), lo que les conduce poco a poco a ese final feliz que no obtuvieron con anterioridad. Aquí, al igual que en la anterior, puede variar el esquema, claro, (de hecho, es común que al final aparezca otro mini-conflicto), pero sería algo así: Chico conoce chica + conflicto / separación + reencuentro + resolución conflicto + final feliz.
Me encanta probar cosas nuevas a la hora de enfocar las novelas y mi intención es seguir haciéndolo en las próximas, pero esta bifurcación es una de mis preferidas, de ahí que «33 razones para volver a verte» siga esta base un poco, igual que en su día lo hicieron «Otra vez tú» o «Sigue lloviendo». En realidad, viene a ser similar a la más clásica, lo que cambia es que la parte «romántica» en vez de estar en el principio, tiende a aparecer al final (también en ambas partes o a lo largo de la historia a través de recuerdos de ese pasado en común). Que al final el lector con lo que se queda es con «si le ha gustado o no», pero los autores que estamos detrás del teclado tendemos a analizar mucho más todos estos detalles, el esqueleto de las historias. Así que podría decirse que de las tramas de reencuentro me tienta el cambio de estructura (eso y que, para ir tanteando y romper la típica base es, creo, la forma más sencilla de empezar, porque los propios sucesos te guían).
Y sí, ¿qué mejor que un post hablando de esto para anunciar que ya tenemos título para la serie que publicaré con Titania Fresh? Ha costado dar con algo que encajase con todas las historias, porque de momento las dos que ya están escritas son muy diferentes entre sí y la tercera lo será todavía más, peeeero, en principio, serie «Volver a ti» creo que engloba la esencia de todas las novelas. Es decir, que sí, que en las tres hay reencuentros. Y no, para nada se conocen todos desde pequeños, eso solo ocurre en la primera.

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