¡Empiezo mi propio NaNoWriMo!


Pues sí, sí. He decidido empezar mi propio NaNoWriMo. ¿Por qué?, pues porque hablando con cierta persona dije de hacerlo si ella también se animaba, por eso de que dos son mejor que uno, pero luego estuve dándole vueltas (y más y más vueltas en plan modo obsesivo on), y llegué a la conclusión de que no podía cumplir con algunas reglas establecidas, así que pensé en hacer un NaNoWriMo personal.
¿Qué problema le veo al NaNoWriMo? Pues que entiendo que su mejor función es que uno adquiera la costumbre de escribir y, sinceramente, yo ya la tengo. De hecho, aquí surge el primer punto discordante: me apunto con una novela empezada, de la que llevo 51.652 palabras; que se dice pronto pero no voy por la mitad ni mucho menos, porque la historia de Nilak y Heather promete ser laaaaaaarga. Ay, estos dos me tienen enamorada; es imposible que ahora mismo tenga ojos para nadie más. 
Además, para mí es imposible no releer y corregir, porque, bueno, es mi gran debilidad. En cuanto termino de escribir cada día, me envío al Kindle el documento y, por la noche, en los anuncios o antes de dormir, le echo un ojo y corrijo en el propio dispositivo para pasarlo a limpio la tarde siguiente. Es el único «método de trabajo» que sigo y me funciona muy, muy bien, así que no quiero cambiarlo por nada del mundo. Es una manía intocable, si es que se le puede llamar así.
Así que, en conclusión, he decidido marcarme mis propios objetivos para evitar caer en ciertas debilidades y reforzar algunos puntos que no llevo demasiado bien:

—Escribir todos los días. Una de esas piedras con las que siempre me cruzo en el camino. Lo cierto es que mientras escribo mi «calidad de vida» desciende considerablemente. Es decir: me levanto, trabajo, como, sigo trabajando, termino, escribo, un rato de deporte, ceno, corrijo, duermo. Es triste, lo sé. A ver, dicho así suena fatal, pero es verdad que para las personas que tenemos un trabajo o estudiamos, escribir se convierte en algo que haces en tus ratos libres, cuando has terminado todo lo demás, así que quizá por eso tengo la costumbre de tomarme meses libres entre novela y novela y escribir solo unos cuatro días a la semana. Pues bien, el objetivo durante este mes es conseguir sentarme todos los días frente al teclado sí o sí. Sin excusas. Y evidentemente, es el propósito más complicado.
writing—Controlar el tiempo invertido en las redes sociales. Esto puede parecer una tontería, pero no, no lo es. Hace poco leí una entrevista de Susan Elizabeth Phillips en la que aseguraba que escribe tres horas al día, ¡con un cronómetro! ¿Por qué? Porque las distracciones son muchas y variadas. Puede que algunas personas se pasen el día frente al teclado, sí, ¿pero cuánto tiempo realmente están en lo que están? Susan aseguraba que cada vez que se levantaba a hacer algo o dejaba de escribir, paraba el cronómetro. Muchas veces nos engañamos a nosotros mismos (me incluyo en el saco). ¿Quién no tiene algún amigo en Facebook que asegura no tener ni tiempo para respirar pero pone unos veinte estados diarios? Las redes sociales se comen el tiempo. En serio. A mí me encantan, cumplen su función, pero son como un pozo sin fondo en el que van cayendo los minutos y las horas y, lo más importante, suponen un gran escollo a la hora de concentrarse. Así que aunque últimamente las llevo mucho mejor (o eso creo, porque tras el parón de verano me di cuenta de ello en plan desintoxicación), uno de los propósitos es olvidarme de que existen mientras esté escribiendo (cable del wifi desconectado y el móvil lejos, gracias).
—Concentración. El gran problema. Todos hemos tenido días en los que dedicas tres horas y escribes dos páginas y días en los que te pones una hora y acabas un capítulo. Yo creo que es muy importante «escribir mentalmente», es decir, pensar y pensar y pensar en la historia y en la escena que ese día te toca desarrollar, de modo que cuando llega el momento de plasmarlo sobre el papel lo tengas un poco hecho papilla en tu cabeza. Al menos, a mí es lo que mejor me funciona y siempre dejo a la improvisación los diálogos y los detalles. El hecho de dedicar poco más de una hora a escribir me ha hecho «trabajar» así y de verdad que me es más productivo que cuando hace años tenía mogollón de tiempo libre y lo perdía mirando las musarañas, eligiendo la lista perfecta de spotify, contando los puntitos del nuevo papel de la pared...
—Terminar TDT en enero, como muy tarde. La cosa está en que calculo que me faltan unas 80.000 palabras, más o menos, si finalmente llegan a ser en total solo 130.000. Así que, bueno, si sale bien (aunque tengo mis dudas) en diciembre me quedarán unas 30.000, pero es un mes que «no cuenta mucho», porque entre las navidades y demás siempre hay mucho ajetreo y se pierde un poco la rutina. Así que me he propuesto el 30 de enero como fecha límite para tenerla lista, corregida y empezar a enviarla a los lectores cero y decidir qué hacer con ella.
Y ya está. Después tengo intención de tomarme varios meses de descanso, como hice este verano, para pensar tranquilamente en el próximo proyecto (aunque creo que ya tengo casi decidido cuál será). Pero de momento estos son mis propósitos de mi NaNoWriMo personal (y de lo que queda de año). Vamos a ver si consigo (medio) cumplirlos todos; pero conste que tengo cuenta en el NaNoWriMo para contar las palabras, así que si alguien que lea esto también participa me encantará compartir la experiencia; mi usuario es alicekellen (creo), por si os apetece verme por allí.

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