(Casi) por amor al arte

Llevo muchísimo tiempo queriendo hablar de este tema, de lo que gana un escritor, de lo que supone a un nivel laboral y personal, pero al final siempre termino relegando el post a la lista de pendientes y hoy, que estaba leyendo un artículo sobre la venta de libros en España, me he dicho que ha llegado el día.

Son muchos los mensajes que me llegan pidiéndome consejos en esto de escribir y, sinceramente, casi nunca sé qué contestar porque la mayoría, por desgracia, no tienen una «respuesta válida». Todo depende de la experiencia del autor en el mundo editorial. A lo largo de estos años he hablado con muchos compañeros y cada uno de ellos tiene una historia diferente detrás, así que es importante saber que las percepciones son muy subjetivas; a veces las cosas salen rodadas, otras veces el camino está lleno de piedras, pero creo que, independientemente de ello, todo podría resumirse con la siguiente pregunta: ¿Te gusta escribir? Pues hazlo, ¡adelante! 

Escribir es una carrera de fondo, lo que significa que la experiencia es un factor de lo más influyente, así que es importante tener paciencia, saber que no es cosa de dos días y ser perseverante. Casi con total seguridad, cada vez que termines una novela notarás una mejoría considerable con respecto a la anterior (al menos en cuanto a técnica). Yo suelo compararlo con el deporte, es una cuestión de práctica y constancia, requiere esfuerzo y los resultados son muy lentos, por eso «mantenerse» es lo más difícil. Y también ir renovándose para ofrecer cosas nuevas. Pero, antes de que me desvíe del tema, es importante que sepas que el título de este post, «(Casi) por amor al arte», dice mucho de lo que en principio puedes (o debes) esperar al embarcarte en esto de escribir.

Cada vez que un amigo, familiar o conocido, me dice que «ahora que mi novela ya está en librerías me estaré haciendo rica», creo que muere un gatito. Y sí, sueltan eso y se quedan tan panchos, porque están convencidos de que es así. Nada más lejos de la realidad. Este post en absoluto es para desanimar a gente que quiera dedicarse a esto, sino para hablar de algo que en el mundo editorial es una realidad: vivir de escribir es casi imposible. Y no lo digo como algo negativo, tan solo es un hecho y, por tanto, es importante que alguien que se quiera dedicar a ello sea consciente y no piense que por tener dos o tres novelas en librerías empezará a nadar en una piscina llena de billetes de quinientos. Te tiene que gustar mucho, muchísimo, escribir. Creo que es el punto fundamental, lo único que debes tener claro antes de lanzarte.

Hay algo muy curioso en el mundo editorial que a mí siempre me ha llamado la atención y es que es muy opaco en todos los sentidos. Quizá por eso los lectores o la gente de a pie de calle tiene una visión muy distorsionada sobre las ganancias de un autor medio. A veces me ha dado por buscar artículos relacionados con el tema y cuesta encontrar datos fiables de cara al público. La cuestión es que en España se editan muchos libros, sí, pero eso no significa que los autores vivamos de ello. Para que os hagáis una idea, los últimos datos del último año hablan de que la tirada media es de 3.223 ejemplares. Ojo, que eso no significa que se vendan; de hecho, se supone que en España se editaron 246 millones de ejemplares, de los cuales se vendieron 153. Es decir, que se acaba vendiendo el 62,4% de todo lo que se publica. Pero, poniéndonos en el mejor de los casos, incluido también en lo referente al contrato editorial (10%), y suponiendo que la novela saliese al mercado a 15€, el autor ganaría anualmente alrededor de 4.000€, que saldría a poco más de 300€ al mes. Por supuesto, esto es en plan chapuza y cada autor tiene unas ganancias diferentes, pero para que os podáis hacer una idea general de lo que sería estar exactamente en la media.

Vender más de 3.000 ejemplares en librerías se considera un resultado «bueno» para un autor «normal». De hecho, muchas editoriales hacen tiradas de menos ejemplares. Con esto quiero decir, que incluso cuando en una novela veis la típica pegatina que dice «segunda edición» o «quinta edición», tenéis que saber que también es relativo (valga la redundancia, todo en el mundo editorial es relativo). ¿Por qué? Pues porque no hay datos, los lectores no saben si esa primera tirada fue de, supongamos, 1.000 ejemplares (de ahí que no sea «difícil» alcanzar una segunda) o si ha sido de 6.000. Esto me hace mucha gracia porque mi madre es de las que se lanzan a por un libro en cuanto ve que en la portada pone «sexta edición», se lo toma como una especie de «aval» y da por hecho que esa novela ha tenido que vender miles de ejemplares. Pues puede que sí, o puede que no. ¿Veis? Relativo. Quizá el libro que esté justo al lado de ese haya vendido más y solo vaya por la primera o segunda edición. Y todo esto sin contar con que, en muchos casos, los propios autores invierten dinero para darse a conocer. Por poner un ejemplo claro, las editoriales no pueden costear los viajes y estancias de los cinco, seis o incluso más eventos literarios al año en los que actualmente se reúnen muchos autores. Siendo generosos, quizá te paguen uno o dos (en muchos casos, me consta que ninguno), así que la mayoría de las veces sale del bolsillo del escritor.

Y cuando decía que el mundo editorial es un poco (muy) opaco, no me refiero solo de cara a los lectores, sino también incluso para los propios escritores. Me he llegado a encontrar con autores que no sabían de cuánto había sido su tirada, ni cuándo cobraban. Yo entiendo y comparto que publicar es algo que hace mucha ilusión, sí, pero no debemos olvidar que es un negocio, hay una empresa detrás, gente que vive de esto. Es responsabilidad de los autores intentar obtener los datos más básicos y te lo cuento para que, al menos, si decides embarcarte en esto de escribir, revises muy bien tu contrato y seas consciente de que difícilmente te harás millonario, de ahí que la mayoría tengamos que tener un empleo normal para pagar las facturas. Ten un plan B. Y un plan C. Como he comentado arriba, actualmente vender 3.000 ejemplares es una buena cifra, y aun así el resultado final sería similar (o menor) a lo que ganarías trabajando los fines de semana en una cafetería. Así que te tiene que gustar mucho. El panorama es este, luego te puede ir mejor o peor, como todo. ¿Quién sabe? Quizá seas el próximo éxito de ventas en nuestro país y está claro que, si no lo intentas, nunca lo averiguarás, pero mientras tanto no está de más mantener los pies en el suelo.

Otra de las cosas que suelen decirse a la hora de «vivir de escribir» es que puede que sea más fácil lograrlo cuantas más novelas acumules. Y volvemos a «lo relativo». Una novedad no vende lo mismo que una novela que lleve años publicada, a no ser que surja algún fenómeno extraño (película, relanzamiento, éxito brutal de tu última publicación…) Hay autoras exitosas de las que resulta incluso difícil encontrar todas sus novelas en librerías, sobre todo cuando empiezan a ser muchas porque, obviamente, no hay cabida para todas. Por ejemplo, Lisa Kleypas o Susan Elizabeth Phillips son escritoras que casi todos conocemos, que venden a nivel mundial, y de las que suelen descatalogar libros. No pueden mantenerse treinta novelas de un mismo escritor en la estantería, sería «insostenible». Esto mismo me ha ocurrido al ir a buscar hace unas semanas las novelas más antiguas de Jojo Moyes que se publicaron en nuestro país hace años. Incluso a pesar de que dentro de nada se estrenará la película de «Yo antes de ti», es complicado encontrarlas. Por supuesto, hay excepciones, si eres Megan Maxwell, una de las autoras que más vende actualmente, tus novelas seguirán teniendo su hueco, pero hablamos de un caso muy extremo y puntual.

¿Y qué intentaba decir con esta parrafada? Pues que sí, lógicamente si escribes muchas novelas, acumularás ventas, pero si estamos diciendo que ya es complicado vender 3.000 ejemplares de una novedad que está en mesa, imagínate a cuánto pueden ascender los royalties de libros antiguos que, incluso en muchos casos, el lector tiene que encargarlos en la librería para que miren a ver si les queda algo en almacén. Digamos que los lectores más fieles puede que sí busquen tus anteriores trabajos, pero tampoco va a ser eso algo apoteósico. Y sí, yo soy la pesada que siempre está en la librería de turno pidiéndole a la dependienta que busque equis título en el ordenador para ver si queda algún ejemplar perdido en el limbo, me paso la vida sufriendo por las novelas descatalogadas o aquellas que ya no tienen hueco en la librería. Pero, ¿qué se puede hacer? El mundo editorial es así, en general los libros tienen un recorrido bastante corto y dejan de ser «novedad» muy rápido.

Sí que es cierto que, si anualmente publicas dos o tres novelas, los ingresos, en teoría, serán mayores. Pero volvemos a lo mismo, quizá un autor publique una novela ese año y venda más ejemplares de la misma que otro que ha publicado cuatro. Es algo impredecible. El mundo editorial es riesgo, apostar por algo y cruzar los dedos para que la cosa funcione. Cada uno tiene una visión de cómo hacerlo y, por supuesto, influye el tiempo del que dispongas y el tipo de historia que escribas, la promoción que te dedique la editorial o lo mucho (o poco) que tú mismo te impliques en el proceso de la publicación. La cuestión es que es una manera más a la hora de enfocar tu carrera literaria, pero tienes que tener en cuenta que, a no ser que seas un autor top, lo normal es que una editorial media no pueda editarte dos o tres novelas al año de forma constante. Muchos autores suelen abrirse más y publican con varias editoriales, es una manera de «diversificar» y no saturar el catálogo de una editorial. Y si todas las publicaciones son al mismo nivel y esto se repite durante mucho tiempo, puede ser algo que canse tanto al lector como al escritor. Lo he dicho al principio, pero escribir es una carrera de fondo, si quieres dedicarte a esto durante, pongamos, treinta años y esperas publicar varias novelas anuales, pues… haz cuentas. Tus lectores tendrían que tener dos o tres estanterías solo para ti, (lo que no es imposible, doy fe mirando mi librería) pero está claro que resulta complicado escribir sesenta novelas y seguir innovando o sorprendiendo. Cada novela que dejas atrás, supone un poco «un reto» para la siguiente a la hora de hacer personajes o tramas diferentes, cambiar la estructura, el narrador, el tono… En fin. Todo.

Y lo repito, con esto no quiero decir que si te lanzas a escribir no puedas vivir de ello. Por desgracia, ni siquiera siempre es una cuestión de «calidad», el mundo editorial se mueve por tendencias y a veces es primordial estar en el momento oportuno, en el lugar exacto. Pero no te dejes engañar por el cuñado de turno que en la mesa te diga «Ah, ¿vas a escribir? Pues, si te publican, a la próxima comida invitas tú» (probablemente ni siquiera te dé para la cestita del pan). Escribir es algo muy vocacional, un poco «lo que te pide el cuerpo». Es mi única forma de entenderlo, porque está claro que a nivel «laboral», y siempre hablando de la media, sería uno de los trabajos peor pagados del mundo. Son muchas, muchas horas invertidas para terminar una novela y eso sin contar con la parte de marketing, con que estamos diariamente en las redes sociales, contestando mensajes, atendiendo exigencias (a veces incluso de gente que sabes que ha pirateado la novela), expectativas que te imponen, promocionando, sin un horario marcado (¿cuándo termina la jornada laboral en redes? resulta muy complicado marcar los límites, porque llega un momento en el que tu vida privada se fusiona con tu «yo escritor»). A eso, en algunos casos, hay que añadir la asistencia a eventos (esto ya es personal, a unos escritores les encanta, pero a otros no tanto), los nervios por sacar al mercado algo que has creado sobre los que otros van a opinar y las preocupaciones que surgen durante el proceso. Sé que dicho todo así puede parecer un drama, pero está claro que si seguimos haciéndolo es porque nos compensa quedarnos hasta las tantas de la noche escribiendo o invirtiendo los fines de semana en ello, porque al final es «más necesidad» que otra cosa, ese alivio que sientes al sacar las ideas que se hilan y se enredan en tu cabeza para dejarlas plasmadas sobre el papel.

Ah, y ya que este post está siendo eterno y que hablo del tema, no quería terminarlo sin antes tocar otra cara del mundo editorial que está ahí, un poco a la sombra, pero que existe y cada día tiene más fuerza. La autopublicación. Que la gente piense que los escritores ganamos mucho dinero es siempre sorprendente, porque no es que sea poco, es que rozar el salario mínimo sería para celebrarlo a lo grande; pero también me resulta curioso que la mayoría de los lectores crean o tengan la idea preconcebida de que un autor que tiene su novela en librerías gana más que uno que decide subirla a Amazon. No, no, no. Esto no siempre es así. La tirada de algunas de las novelas que están en la mesa de Fnac o Casa del Libro a veces son de 1500 o 3000 ejemplares y, en general, es de lo más habitual que no lleguen a la segunda edición. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que las ganancias probablemente serán menores que las de un autor autopublicado que esté en la lista de los más vendidos. Lo digo en serio. Publicar con una editorial te da prestigio, seguridad, confianza, una corrección fantástica, un apoyo y mil ventajas más y, por supuesto, yo no cambiaría a mi editorial por nada del mundo, pero también me parece interesante que se sepa que, a nivel económico, según mi experiencia y la de varias compañeras que conozco, la diferencia no es tal como la «percepción» que tienen muchas personas. De hecho, y ya que hablo de que el mundo editorial es un poco opaco, os diré que, en mi caso personal, la novela con la que he obtenido más beneficios económicos hasta la fecha ha sido, sin lugar a dudas, «Otra vez tú». Lo que tiene mucho sentido al venderse medianamente bien y no tener que repartir beneficios (y también tengo la sensación de que «el tiempo de vida» de las novelas digitales es un poco más largo; quizá porque no ocupan mesas, no necesitan un espacio físico).

Pero, como os digo, es un mundo complejo y para saber qué gana cada autor habría que sacar la calculadora, porque puede que Carmelia haga mucho ruido en redes sociales, pero luego a nivel de ventas no funcione. O quizá tú conozcas a Paquita, que tiene su novela en la mesa de la librería, pero no conozcas a Rogelia, que está en el top cien de Amazon con una portada que jamás te has parado a mirar y ganando más que Paquita, (no preguntéis por los nombres). Como veis, tampoco he querido entrar en el tema de la piratería y hasta qué punto influye en las ventas o las no ganancias de un autor, porque además daría casi para otra entrada entera y esta ya es un tocho considerable.

Así que, ¡en fin! Ya está hecho, el mundo editorial en números visto desde mi experiencia. Hacía mucho tiempo que quería compartir esta visión porque, además, recuerdo que hace años yo tenía una forma de verlo totalmente diferente y distorsionada y creo que «esta nueva percepción» en absoluto es peor, sencillamente es y deja constancia de que los que nos dedicamos a esto realmente amamos lo que hacemos. Yo tengo muy claro que mientras siga disfrutando, seguiré escribiendo y, de un modo u otro, ya sea a través de una editorial, de una plataforma digital o por señales de humo, las novelas llegarán al lector. Y por supuesto, aunque lo he recalcado varias veces, repito que esta es solo mi opinión y creo que lo interesante es contrastar unas con otras, porque casi todos los escritores tienen algo que decir al respecto, unas vivencias detrás que les han conducido hasta ese punto en el que se encuentran ahora.

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